Hay dos clases de personas; las que saben cuándo guardar las cartas y las que se juegan lo poco que les queda “a doble o nada”. A casi todo el mundo le gustaría decir que pertenece a la segunda clase, pero en realidad son realmente pocos los que no guardan en su vida una cierta prudencia, sobre todo si en la partida ya han perdido alguna mano, y van (vamos) administrando míseramente y en pequeños montoncitos la vida, evitando la bancarrota y esquivando la fortuna.
Besos y abrazos.
Besos y abrazos.